La definición de enfermedades crónicas cambia casi cada década, pero la
premisa subyacente sigue siendo la misma: si la afección afecta a una persona
durante un período más prolongado y causa problemas en su vida cotidiana, es
crónica. De hecho, los expertos las han llegado a calificar así: “condiciones
que duran un año o más y requieren atención médica continua o limitan las
actividades de la vida diaria o ambas”.
Hay que dejar muy claro que las personas que padecen enfermedades crónicas
enfrentarán los mismos síntomas en el lugar de trabajo que en casa. Pero, las
enfermedades crónicas continúan aumentando en todo el mundo, lo que las
convierte en algunos de los problemas de salud más extendidos y costosos para
cada país.
Desde diabetes hasta artritis, enfermedades cardíacas y trastornos de salud
mental, estas afecciones afectan a una parte importante de la fuerza laboral,
lo que configura el panorama de beneficios de atención médica para los
empleadores.
Más allá del cumplimiento legal, acomodar las enfermedades crónicas en el
lugar de trabajo se ha convertido en una herramienta estratégica para que las
empresas controlen los costes y mejoren el bienestar de los empleados.
La lógica es que, mediante una intervención temprana y una gestión sanitaria
eficaz, los empleados enfermos crónicos pueden volverse más sanos y
productivos.
Profundizamos en las enfermedades crónicas, explorando su prevalencia e
impacto en el lugar de trabajo.
Comprender las enfermedades crónicas
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), (https://www.cdc.gov/chronicdisease/about/index.htm) de EE. UU. el 60% de los adultos estadounidenses luchan contra una
enfermedad crónica, mientras que el 40% enfrenta el desafío de controlar dos o
más. Estas estadísticas subrayan el impacto sustancial que las condiciones a
largo plazo tienen en el gasto anual en atención médica de cualquier país, que
asciende a la asombrosa cifra de 4,1 billones de dólares solo en EE. UU.
La carga de las enfermedades crónicas se extiende no sólo a los individuos
sino también a los empleadores y a la economía en general. Antes de explorar
posibles soluciones para aliviar las consecuencias, primero comprendamos las
razones subyacentes.
En términos generales, una enfermedad crónica es una condición de salud a
largo plazo que persiste durante un período prolongado y puede ser el
resultado de varios factores, incluidos la genética, el estilo de vida o las
influencias ambientales, y a menudo requiere un tratamiento médico continuo
que puede afectar la vida diaria de una persona y el bienestar general.
Los ejemplos comunes incluyen diabetes, artritis, enfermedades cardíacas, asma
y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Las afecciones de salud
mental como la depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar y
la esquizofrenia también se incluyen entre las enfermedades crónicas.
Viendo lo extendidos que están, su impacto no se limita a la vida
personal. Los adultos que trabajan con enfermedades crónicas a menudo
enfrentan desafíos que afectan su productividad, desempeño y satisfacción
laborales general.
Por ejemplo, la fatiga, el dolor, las dificultades cognitivas y los desafíos
emocionales pueden obstaculizar el desempeño laboral, planteando la cuestión
de cómo lidiar con enfermedades crónicas en el lugar de trabajo.
Tomar la iniciativa para comprender las enfermedades crónicas es un punto de
partida crucial. Este entendimiento sienta las bases para fomentar la empatía
y brindar el apoyo tan necesario para los trabajadores con enfermedades
crónicas en el lugar de trabajo, lo que en última instancia capacita a los
empleados para prosperar a pesar de sus desafíos de salud.
Cómo afrontar las enfermedades crónicas en el lugar de trabajo
Un comentario sobre la prevención de enfermedades crónicas en 2022 realizado
por la NACDD revela que se prevé que el tratamiento de las siete enfermedades
crónicas más prevalentes (enfermedad cardíaca, cáncer, enfermedad pulmonar
crónica, accidente cerebrovascular, enfermedad de Alzheimer, diabetes y
enfermedad renal crónica) y sus pérdidas de productividad asociadas imponer un
coste anual de 2 billones de dólares a la economía estadounidense para
2030. Esto equivale aproximadamente a 8.600 dólares por persona.
Sin embargo, el estudio también sugiere que los cambios positivos en los
comportamientos no saludables podrían salvar la impresionante cifra de
1.100.000 vidas cada año. Estas proyecciones subrayan la importancia
de abordar las enfermedades crónicas en el lugar de trabajo. Además, la
responsabilidad de reconocer y aliviar estos desafíos en el entorno laboral
recae en los empleadores, los gerentes y los profesionales de recursos
humanos.
Los pacientes con enfermedades crónicas pueden encontrar obstáculos únicos que
afectan su desempeño laboral y su bienestar general. Por ejemplo, las
condiciones de salud fluctuantes, las citas médicas y la necesidad de descanso
pueden desafiar las expectativas laborales tradicionales. Por lo tanto, la
comprensión de estas barreras por parte de la organización es esencial para
ofrecer apoyo adecuado y adaptaciones razonables.
Una de las piedras angulares para abordar eficazmente una enfermedad crónica
es fomentar la comunicación abierta y la empatía. Fomentar una cultura en la
que los trabajadores se sientan cómodos hablando de sus problemas de salud
permite una intervención temprana y un apoyo adecuado.
Teniendo esto en cuenta, las empresas pueden facilitar talleres o sesiones de
formación para promover la conciencia y la comprensión de las enfermedades
crónicas entre todos los empleados, incluido el liderazgo.
Sin embargo, esto es sólo una muestra de cómo abordar las enfermedades
crónicas en el lugar de trabajo. Según el informe de la NACDD, muchas
enfermedades crónicas, complicaciones y costes relacionados se pueden
prevenir. Los programas de detección temprana en salud pública han
identificado con éxito miles de cánceres de mama y de cuello uterino en sus
primeras etapas, lo que ha dado lugar a tratamientos más eficaces y menos
costosos.
Por lo tanto, proporcionar los recursos, el alojamiento y los sistemas de
apoyo adecuados es vital para ayudar a los empleados a afrontar sus
enfermedades crónicas o evitarlas por completo.
Algunas de las formas en que los empleadores pueden apoyar un estilo de vida
más saludable y eliminar barreras para que los trabajadores reciban atención
preventiva son:
- Programas de asistencia al empleado (EAP)
- Programas de bienestar
- Arreglos de trabajo flexibles
- Exámenes y chequeos de salud para la detección precoz
- Políticas de alojamiento para empleados
Abordar las enfermedades crónicas es tanto una necesidad económica como una
responsabilidad ética para los empleadores. Al priorizar la comunicación
abierta, la empatía y los recursos adecuados pueden crear un entorno de
trabajo de apoyo que empodere a toda su fuerza laboral.
Manejo de enfermedades crónicas en el lugar de trabajo
Si bien crear un lugar de trabajo seguro y de apoyo es una responsabilidad
compartida entre los empleadores, RR.HH. y la gerencia, los empleados con un
diagnóstico de enfermedad crónica tienen la responsabilidad de garantizar su
bienestar y éxito.
Por un lado, pueden y deben hacer uso con confianza de su derecho a realizar
ajustes razonables. Sin embargo, antes de hacerlo, deben comprender sus
limitaciones, ya sea movilidad reducida, angustia emocional o dependencia de
medicamentos, y comunicarlo de manera efectiva a sus empleadores y colegas.
Un diálogo abierto sobre las condiciones de salud fomenta un ambiente de
trabajo de apoyo, lo que facilita la gestión de las cargas de trabajo y al
mismo tiempo se adapta a los requisitos necesarios relacionados con la salud.
Otra forma es lograr un equilibrio entre su trabajo y sus necesidades de
salud. Los empleados pueden utilizar diferentes estrategias para gestionar
las enfermedades crónicas en el lugar de trabajo, como:
- Solicitar soporte
- Delegar tareas
- Tomar descansos regulares
- Utilizar políticas de licencia flexibles
- Establecer objetivos realistas
- Adoptar técnicas de autocuidado
- Priorizar el bienestar físico y mental
Priorizar la salud es esencial para prevenir el agotamiento. Por lo tanto, los
trabajadores podrían programar citas médicas periódicas, cumplir con los
tratamientos prescritos y adoptar prácticas de estilo de vida saludables para
controlar sus enfermedades crónicas de manera eficaz.
Al integrar estrategias de autocuidado en sus rutinas diarias, como ejercicios
de atención plena, nutrición y sueño adecuados, los empleados pueden mejorar
su resiliencia y afrontar mejor la situación.
En última instancia, es fundamental recordar que todos tienen derecho a
prosperar en el lugar de trabajo, incluso con una enfermedad crónica.
Los empleados pueden allanar el camino para un ambiente de trabajo más
inclusivo y solidario que les permita alcanzar su máximo potencial si expresan
sus derechos, adoptan prácticas saludables y equilibradas y abogan por
adaptaciones razonables para fomentar la vinculación a prácticas empresariales
que apoyen políticas idóneos para los trabajadores con enfermedades crónicas.